viernes, 21 de junio de 2013

DIARIO DE RICARDO MOLINA

INTRODUCCIÓN














Algo mío quedará entre los hombres,
así flotante pluma habla del ave ausente.

(Ricardo Molina)

           


Desde hace ya algunos años vengo ocupándome de la vida y obra poética de Ricardo Molina. Sin embargo, nunca se llega alcanzar la cima y decir la última palabra. Siempre hay que estar atento a nuevos descubrimientos e incluso hay que rectificar opiniones que creíamos antes ser ciertas, debido a esas nuevas revisiones. En el caso de nuestro poeta esto sucede con su Diario, publicado por mí en 1990. Aquella edición necesita una nueva redacción, no en su parte nuclear, sino en algunos puntos, para poder acercarse más a la realidad e intencionalidad del escritor cordobés.

1. Descubrimiento de los manuscritos

            R. Molina no nos dejó en sentido estricto un diario recogido en un manuscrito articulado y listo para su publicación. El poeta se limitó a plasmar unos apuntes diseminados en hojas sueltas y libretas, si bien desde su más temprana juventud. Dichos manuscritos se encuentran repartidos entre Córdoba e Ibiza. Fue aquí, creo que en el verano de 1985, donde descubrí el grueso de lo que he dado en llamar Diario de Ricardo Molina. Más exactamente, fue su sobrina quien me informó del documento, guardado por ella en la biblioteca de su tío. Fue esta parte la que consideré como el Diario del poeta. Los otros manuscritos hallados en Córdoba los di entonces como apéndices. Y otros se quedaron atrás, por distintas razones. Hoy, en cambio, procede una nueva estructuración de los mismos.

2. Estado de los manuscritos

            Los manuscritos encontrados en Córdoba están repartidos entre hojas sueltas y una libretilla con diversos apuntes, además de los que constituyen el Diario. Todas las consignaciones llevan fecha de escritura, salvo en uno o dos casos. En cambio, los descubiertos en Ibiza, en el momento de mostrármelos la sobrina de R. Molina, eran un amasijo de cuartillas escritas por el autor de Elegías de Sandua. Por tanto, si queríamos leer todos los apuntes con una visión de conjunto y coherencia, se imponía una labor de articulación. En aquellos momentos no podía entretenerme en realizar ese trabajo porque estaba dedicado a escribir mi tesis doctoral sobre el poeta. Así que lo que hice fue tomar unas cuantas notas que me sirvieron para redactar parte de aquel estudio, aunque tuve la curiosidad de anotar el orden y el número de las hojas que componían aquel conjunto.

3. Articulación de los manuscritos

            De vuelta ya a Córdoba, y tras unos meses, le rogué a su actual dueña que me enviara una copia facsímil del Diario, con el fin de trabajar más sosegadamente sobre él. Una vez que lo tuve bien estudiado y dispuesto para una posible futura edición, di cuenta del mismo en las páginas de Cuadernos del Sur, Suplemento literario y cultural del diario Córdoba, en enero de 1988, con motivo de la conmemoración del vigésimo aniversario de la muerte de Molina. Fue entonces cuando redacté un breve comentario sobre él, y se publicaron unos cuantos pasajes del Diario bajo el título de “Fragmentos para una biografía”, puesto que no se consideró oportuno ofrecer más a la luz. Es ahora, en cambio, cuando puede editarse para que el lector goce con su lectura y conozca una etapa de la vida del poeta hasta ese instante bastante oscura.
            Como he dicho hace un momento, el Diario de R. Molina se encuentra desarticulado. Obviamente, ante dicho estado, el primer cometido era tratar de recomponerlo. La labor no se presentaba fácil. Después de leerlo varias veces, y sirviéndome de los rasgos gráficos y estilísticos, de los datos cronológicos que figuran en bastantes de sus hojas, y del contexto histórico y temático, distribuí sus hojas en tres grupos: las de fecha segura, las datadas incompletamente y las que carecen de ella. Las hojas del primer conjunto, como es lógico, las ordené de fecha más antigua a más moderna. Los dos bloques restantes los fui colocando teniendo como punto de referencia el primero. Así, comparando los caracteres gráficos y estilísticos de las hojas del segundo grupo con las del primero, pude conseguir insertarlas en su lugar pertinente dentro del Diario. Las del grupo tercero fueron colocadas asimismo en su sitio
con el contexto y estilo, y también porque manejé otros documentos de Molina, sobre todo, las cartas que el poeta le escribió a su amigo Miguel Molina Campuzano. No obstante, pese al esfuerzo y mis deseos, me ha sido imposible identificar y fechar con seguridad dos páginas completas, recogidas en el Apéndice I. De ellas, la primera es muy probable que fuera escrita entre 1939 y 1942, ya que contiene referencias a poemas de Molina compuestos por aquellos años; estos fueron traspasados posteriormente, si mi suposición es cierta, a su poemario El río de los ángeles; asimismo, los tres apuntes siguientes de esa misma página pudieron ser redactados en algunos de los viajes que R. Molina hizo a Sevilla para realizar algún examen de la carrera o tramitar algún asunto relacionado con sus estudios universitarios durante aquellas fechas, según sabemos por otros documentos. La segunda página, de las dos, está descontextualizada, por lo que es aún mucho más arriesgado fechar y ubicar en su lugar adecuado. Por tanto, el resultado de la labor tejedora que llevé a cabo durante todo aquel tiempo es el que ofrezco en esta edición del Diario de Ricardo Molina.
            Cuando examiné la serie de papeles y cuartillas que conforman el Diario estaba dentro de una doble hoja, reducida a las dimensiones de una cuartilla, que hace las veces de una cubierta. En la cara externa rezaban el título: "Diario 1939 a 1946" y, debajo, las iniciales correspondientes al nombre y apellidos de su autor: "R. M. R.". Entre ese título y el contenido no hay exactas correspondencias, porque en el interior del pliego se encuentran unas hojas de 1937 y 1938. Esta adición al núcleo fue probablemente posterior a la primera intención de Molina, puesto que, de lo contrario, el poeta habría titulado Diario: 1937 a 1946. Este simple hecho me lleva a creer que R. Molina deseó legarnos, ante todo, unos apuntes posteriores a la Guerra Civil, sin embargo consideró conveniente agregar a aquellas hojas otras escritas con anterioridad a 1939. Tal realidad nos sirve también para conocer que nuestro escritor empezó su Diario a partir de su más temprana juventud, prolongando su actitud hasta fechas posteriores a 1946, según he podido comprobar en papeles manuscritos sueltos; algunas de las notas que en ellos figuran aparecieron  publicadas en la revista Ínsula (nº 69, 15-X-1951, pp. 1-2) con el título "Ita et Nunc (Hojas de un Diario)". Las de más interés las recojo en los Apéndices II, III y IV. Así pues, lo que aquí denomino Diario de Molina es una selección realizada voluntariamente por el poeta cordobés entre los diferentes "diarios" que fue escribiendo entre 1937 y 1946, y donde compila no sólo sentimientos, sino también una temática muy variada, como se observará después.
            Y ¿por qué adoptó R. Molina una actitud tan crítica al no dejarnos todas las experiencias y pensamientos que fue apuntando con singular escrupulosidad durante esos años? Las razones son de distinto carácter. Según parece, la destrucción de tantas y tantas hojas se debe a su carácter reservado y voluntad de proporcionar lo más sazonado. La hipótesis se fundamenta en estos hechos: Primero, no hay ni una línea en el Diario en que aflore su conocida homosexualidad; la inclinación heterosexual sí aparece. Segundo, la conducta crítica e irónica que observó con ciertos personajes de la época no brilla en sumo grado, sino sólo el necesario y poco heridor. Y tercero, resulta elocuente y sospechoso que el poeta rompiera apuntes de años muy significativos en su vida, como lo de octubre de 1945, o no recopile ninguna anotación de 1941.
            A pesar de todo, la merma no obsta para que, a través de las páginas conservadas, podamos llegar a descubrir claves y aspectos interesantes para la elaboración de una biografía de R. Molina, así como intentar trazar un perfil del ambiente sociocultural de la Córdoba de la inmediata posguerra española. Consecuentemente, el Diario del poeta cordobés es un fiel reflejo de su personalidad dual desgarrada y su entorno, vividos durante cerca de una década.
            En ese sentido, por las hojas del Diario fluye el hombre tanto exterior como interior, situado y bien plantado en el momento histórico que le tocó en suerte vivir en Córdoba. Sin necesidad del pormenor, en el Diario encontramos recogidos experiencias de la Guerra Civil, ciertos aspectos de la prehistoria poética de Molina, su afición a la música, lecturas de obras literarias, históricas y filosóficas, comportamiento amoroso y sentimental, ideas y pensamientos en torno a la religión, moral, política. Etcétera. Igualmente, a través de sus páginas se manifiesta el ambiente cultural de la ciudad cordobesa, deja traslucir características de personas y fija fechas de las reuniones de la "Peña Nómada", etc. Estas hojas, pues, vienen a corregir algunos errores propalados por una crítica poco rigurosa en algunos casos, pero asimismo confirman suposiciones de otros estudiosos de Molina. Así, pues, desde ese punto de vista, estas páginas del poeta cordobés se yerguen en un diario de hechos y en un "idearium", como el propio Molina escribe en una de ellas. Su valor, por tanto, es histórico-biográfico. Sin embargo, el interés literario, aunque no alcance las cotas de aquel, resulta también importante.
            En ese último aspecto, he de advertir que R. Molina no se propuso escribir unas notas con primor y belleza literarios; le bastó recoger impresiones al desgaire, simplemente. No obstante, a pesar del lenguaje espontáneo, por aquí y por allí surcan a través de sus líneas auténticos aciertos estilísticos, que discurren diáfanos. Por consiguiente, la primera y principal carcterística que he observado es la naturalidad del lenguaje y de pensamiento. Esta elegancia natural es la que hace que uno no se canse leyendo este Diario, pues no se torna nunca en un cronicón. A ese rasgo habría que añadir la precisión, por momentos, y la claridad de ideas y sensaciones, recogidas y procedentes de la vida misma y no elaboradas en la mesa de trabajo. De ahí que, asimismo, leamos verdaderas líneas salidas de una pluma contradictoria, como el vivir cotidiano.
            Tal espontaneidad, justo es destacarlo, comporta imprecisiones en títulos de obras, nombres de autores y acontecimientos, por una parte; por otra, puntuación incorrecta bastantes veces y algún desliz sintáctico y léxico. Estos defectos, en cambio, no le restan valor a la totalidad, puesto que no provienen de las rigideces formales y la comprobación.
            En cualquier caso, el estilo de estas hojas traslucen con nitidez la personalidad de su autor y las circunstancias en que las redactó. Por ello, la elocuencia de tono menor y las voces y expresiones del habla coloquial y familiar indican el contacto de Molina con las personas y las cosas. En definitiva, R. Molina no se propuso componer una obra mayor y elaborada, sino recoger unas "breves y caprichosas impresiones del momento".
            Por último, en esta primera edición del Diario de Ricardo Molina he modernizado y puesto al día la puntuación; he restituido elementos y términos de relación necesarios; he eliminado errores tal vez involuntarios e imprecisiones; y, hasta donde mis conocimientos alcancen, he corregido títulos, he respetado nombres, apellidos, iniciales, etc., de amigos y conocidos de Molina, tal y como aparecen en el manuscrito.


José María de la Torre.







D I A R I O
(1937-1948)
 




1937

25 de diciembre

            Mi única misión en la Batería[1] quiero que sea proteger a los amigos; erigirme en fuerza tutelar, afianzarlos en sí mismos, enseñarles la lealtad, la afección whitmaniana.
*
            Mis maestros: Leonardo da Vinci, Horacio, Whitman y Gide. Discípulo de la paradoja.
*
            Huye de lo abstracto. Huye de la Metafísica. Concreta tus miedos, tus deseos, tu curiosidad.
*
            Leo el Catecismo Positivista de Comte. Servir por servir. A su religión prefiero el mismo materialismo ateo de Büchner o Haeckel por la ingenuidad dogmática. Cualidad esencial de un fundador de religión es la sencillez, la audacia de un V. Hugo o un Whitman; o una vida-símbolo, como la de Buda, Sócrates o Jesús.
*
            ¡Shakespeare! ¡Shakespeare! ¡Shakespeare!
*
            La Religión expira...
            La Libertad se abre un camino de Sol en las conciencias. Así sea.
*
            Hoy ha hablado en la misa el sacerdos.
            El cielo es insensible a todo, como la Naturaleza. Indiferente.


  
28 de diciembre

            Tal día como hoy nací hace veintiún años.
            Recuerdo mi curiosa infancia ávida de saber y de voluptuosidad. Yo observaba extasiado el vuelo cándido de las palomas; siempre amé las maravillas decadentes del Occidente y el fluir de los ríos matutinos entre temblores de álamos. He vivido en la pureza dieciséis años, atesorando en mis labios, en mi pecho, en mis brazos, en todo mi cuerpo, la indecible voluptuosidad inagotable, que hoy baña hasta la muerte de amor...


[1]Ricardo Molina alude al puesto artillero de "El Merendero", en Pueblonuevo-Peñarroya, donde sirvió y tomó parte en la Guerra Civil, en la zona nacional.


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