lunes, 27 de mayo de 2013

ALICIA AZA: NOTAS A "EL LIBRO DE LOS ÁRBOLES"

Notas al libro de poemas de Alicia Aza



José María de la Torre



            Me envía Alicia Aza Campos su poemario El libro de los árboles, publicado por la editorial Ánfora Nova. Me lo remite a instancias del director de la misma José María Molina Caballero. Me escribe una carta de presentación. El libro, además, viene con el valor añadido de la dedicatoria personal. Lo hojeo. Leo algunos poemas. Mi impresión es que estamos ante una notable poetisa. La delatan estas dos estrofas que pongo como ejemplos:

                                   Es inútil que insistas
                                   en zurcir tus palabras
                                   con hilos de esperanza.

O:

                                   Me convertiste en personaje
                                   y con la calma del silencio
                                   pude aprender ante el espejo
                                   la dicción de aquel lirio blanco.

            No conozco ninguna otra obra lírica ni literaria de Alicia Aza, cuyo currículo se reduce, según sus propias declaraciones, a que nació en Madrid el 20 de febrero de 1966, que es licenciada en Derecho por la Universidad Complutense, que ha sido profesora en la Universidad Rey Juan Carlos y cuyos trabajos se han circunscrito al mundo del Derecho. Por tanto, nos hallamos ante una poetisa que, en la casi mitad de su trayectoria vital, se presenta delante de nosotros con un corto bagaje poético, pero no por primero primerizo, pues el dominio de la técnica, su acendrado léxico y su visión temática del mundo manifiestan que la escritora debe de guardar una obra inédita de consideración. En cualquier caso, éste es el primer poemario cuyo manjar necesariamente atrae la mirada de aquel lector de poesía, de la buena poesía.
            La obra queda estructurada en tres partes, sin contar el cincelado estudio prologal del también crítico y poeta Manuel Gahete. No voy a insistir en aspectos ya tocados por nuestro estudioso. En ese venero tan sabio puede beber el curioso lector que desee ampliar sus conocimientos y profundizar en el rico paisaje poético de Alicia Aza.
            Por lo dicho, y como es fácil deducir, no me quedé en ese escalón. Subí, ascendí a los siguientes peldaños de la escalera. Y leí el libro entero de un tirón. Tomé notas al socaire de los densos perfumes, de las astillas aromáticas desprendidas de algunos árboles, de las esquirlas rescatadas, de los verdes follajes armoniosos, de las largas espinas, del fresco tallo, de la suave frescura, de las guirnaldas de aceituna, de los perfumados manjares, del olor del fresco perfume…Basta con esta enumeración extraída del mismo poemario. Y seguí penetrando conducido por las flores del almendro, los mudos deseos, el otoño entreverado, el sonido de los abedules, el suave aroma, las hojas revueltas en los prados... Y acabé con este sabroso bocado: “Eres la estéril rama / quebrada por el viento”.
            Con estos sintagmas y versos enteros, ¿qué pretendo comunicarle al lector? No procuro otra cosa que advertirle que en el libro de Alicia Aza, casi unitario en su estructura trimembre, detecto un vitalismo e intimismo solidarios con ribetes surrealistas renovados. Su frío nihilismo, a veces asomado al barandal, a veces agazapado, queda borrado por la fina lluvia de la cálida palabra poética de Alicia Aza que llena de esperanza la ausencia. Aquí es donde descansa el valor de este conjunto poético. Por ello, su verso no puede encuadrarse dentro de la órbita del machacón y cansino neorromanticismo de ciertos poetas actuales e incluso de bastantes poetas españoles de la primera generación de nuestra posguerra. Tampoco percibimos imágenes surrealistas de antaño, sino sinestesias (repárese en el dominio magistral de la asociación de sensaciones gustativas, olfativas, táctiles, etc.), metáforas, paradojas, antítesis, antonimias, etc., dotadas de fuerza renovada y renovadora. A nuestra autora podríamos encuadrarla, por tanto, dentro de una línea poética en la que a poco que siga profundizando y desplegando descubriremos muy pronto a otra Alicia en el país de las maravillas de la actual poesía en lengua castellana. Igualmente, El libro de los árboles encierra y condensa otros muchos aciertos líricos y abundantes versos felices, por su maestría en el manejo del verso endecasílabo, y sus correlatos: el heptasílabo y el eneasílabo, así como su destreza en el empleo de la rima asonante.
            Podría seguir exponiendo o estudiando otros aspectos de esta obra de A. Aza. Pienso que con estas pinceladas se podrá orientar al lector gustador de la poesía presente.
            Ahora bien, si no me duele prendas aventar los rasgos positivos del libro, creo, porque así lo estimo para presentar una mirada completa sobre el mismo, que Alicia Aza tendría que haber mejorado la puntuación, que no es sino signo o señal de un acorde rítmico del pensamiento, aparte de haber limado ciertos poemas febles para que el lector hubiera sostenido en sus manos un libro redondo y definitivo.


Córdoba, 11 de octubre de 2010.

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