martes, 7 de mayo de 2013

"LUIS CERNUDA DEJA SEVILLA"

SOBRE EL PROCESO CREADOR DEL ENCUENTRO
“LUIS CERNUDA DEJA SEVILLA[1]


            Como cualquier conocedor de la obra de V. Aleixandre sabe, el proceso creador de su libro Los encuentros fue relativamente largo. Ignoramos el momento del inicio de la tarea. José Luis Cano, en el “Prólogo” a su edición de 1985 (en la que incorpora todas aquellas semblanzas que Aleixandre fue componiendo después de 1958) ofrece unos documentos epistolares muy interesantes del maestro para acercarnos al problema del comienzo de la composición del libro. Según la carta que el poeta le escribe al crítico gaditano el 15 de agosto de 1954, ya llevaba hechas algunas semblanzas que entrarían luego a formar parte de la obra. De ésas, la concerniente a Luis Cernuda, la que se conoce con el título de “Luis Cernuda deja Sevilla”, también la había llevado a cabo, aunque no por completo, como podremos leer en el siguiente fragmento de la susodicha carta: “He hecho el poema o trozo de mi abuela en Málaga, y el de los primeros años en la casa de los veranos en Pedrejalejo, y el del “mar del paraíso”. Y he escrito una semblanza de Miguel Hernández y otra breve, no acabada, de mi primer encuentro con Cernuda”. En cualquier caso, a falta de documentación que nos aclare con seguridad el asunto, es muy posible que el autor de Sombra del paraíso empezara a trabajar en el entonces proyectado libro por aquellas fechas, al decir de publicaciones de primeras versiones y otras cartas de Aleixandre.
            Sin embargo, en cuanto al texto que nos atañe, hoy podemos saber algo más, por una carta que el escritor le dirige a Ricardo Molina el 6 de abril de 1955. En ella, entre otras cosas, le dice, en relación con el asunto, lo siguiente: “Supongo lleváis muy adelantado el número de Cernuda. Yo colaboraré desde luego, y estate tranquilo que tendrás mi original dentro de este mes. Es una semblanza de Cernuda, cuando le conocí. Formará después parte de mi libro en prosa Los encuentros, del que he publicado en Índice la de Unamuno y en Ínsula, la de José Antonio Muñoz Rojas”. En efecto, el original estaba en manos del director de Cántico en la fecha señalada, aunque no se llegó a publicar en la revista cordobesa, por distintos motivos que no vienen ahora al caso, sino a finales de ese año (Cántico, nº 9 y 10, 2ª época, agosto-noviembre 1955, pp. 345-346 de la ed. facs.). Por tanto, según las dos pruebas aducidas, la primera versión de la semblanza “Luis Cernuda deja Sevilla” la compuso Aleixandre entre agosto de 1954 -posiblemente- y abril de 1955.
            Ahora bien, cotejando la versión de Cántico con la definitiva de 1958 (año de publicación de Los encuentros), se observará que Aleixandre empleó el escarpelo, mejorando con creces el objeto literario, puesto que la estructura, el estilo y el principio creador cambian radicalmente; además, el ritmo lento y pesado a veces, la anécdota y rasgos estereotipados de la primera versión conocida desaparecen en pro de una prosa poética con fuerza sintáctica. Así, por ejemplo, el Nobel de Literatura escribe en la versión de Cántico: “A Luis Cernuda le conocí en Madrid, en mi casa de la calle de Velintonia.”, que transformó en: “A Luis Cernuda le conocí en Madrid”. Y escribe también en el primer texto: “Volví la cabeza y allí estaba, en el marco de la puerta: silencioso, enlutado, fino. Era en 1928.”, que, pulido, quedó de esta manera: “Volví la cabeza y allí estaba: silencioso, enlutado, fino. Octubre de 1928”. Otras veces, el autor elimina párrafos enteros con el objeto de quedarse con lo esencial. Y, asimismo, una idea expresada en la primera versión le sirve para emprender un texto casi totalmente nuevo, con lo que la redacción primera quedará estructurada en dos partes, en vez de una.
            Si, tras la comparación entre el texto de 1955 y el de 1958, nos preguntamos por las causas que le indujeron a Aleixandre a transformar la versión príncipe, es indudable que tal práctica hipertextual, por otra parte normal en cualquier creador de todos los tiempos, responde a un criterio tanto funcional como estructural, puesto que la transposición de estilo y el cambio de sentido, en relación a su hipotexto, indican -en la praxis- que el autor de Historia del corazón vio en el acto creador de cada encuentro al hombre retratado, sin tener presente para nada el conjunto de todas las semblanzas recogidas en el libro. Estas transformaciones, por tanto, desde un punto de vista de la crítica interna, nos aseguran que fueron realizadas cuando el escritor tuvo ante sí todas las semblanzas de los hombres retratados. De ahí, por último, que la unidad de Los encuentros se halle no en la complementariedad estilística de los diferentes retratos, ni en la única “luz” o germen del acto creador (como afirma Concha Zardoya), sino que se descubre en la unificación coherente del acto final de la obra total y no mientras la fue escribiendo, según viene a probar la edición de José Luis Cano.


[1]Se publica por vez primera. Fue escrito el 6 de octubre de 1989.

No hay comentarios:

Publicar un comentario